Giratutto

vamos a dar vueltas de nuevo, que de esto trata este juego.... giratutto de sorpresas

lunes, junio 19, 2006

Una lágrima cada noche


Él no quería tener hijos, ella quería tener siete u ocho. Al final tuvieron dos.
Fueron dos niñas en dos años, y desde el primer instante en que la primera de ellas abrió aquellos enormes ojos oscuros no pudo dejar de mirarla y sonreir, como si le hubiese hechizado. El resto de su vida quedó en un segundo plano. Por la mañana era ella quien las vestía y las preparaba para la guardería, pero ella trabajaba de tarde en un hospital y por eso él salía rápido de trabajar para ir a buscar a la mayor a la guardería y llegar a casa para bañar a las dos, darles de cenar tortillas con caras inventadas por él, leerles un libro, y acostarlas. Después preparaba la cena para ella, y le esperaba en el salón viendo algo de la televisión. Ella llegaba rendida, cenaba y se recostaba con él en el sofá. Luego se acostaban. El cuidaba de sus tres mujeres, sus tres amores...
Cuidaba a los demás tanto como se descuidaba él, siempre con prisa, siempre estresado, siempre agotado pero sin parar. Una noche, tumbado en la cama, se notó un bulto en el pecho. Él odiaba a los medicos, sería porque conocía a muchos. No se lo dijo a nadie a pesar de que poco a poco el pánico fue apoderándose de el. Pero su pánico no tenía nada que ver con poder estar enfermo, con tener que acudir a un hospital o con que le pinchasen (cosas que tampoco le agradaban), su pánico era por algo que no podía aceptar.
Una noche se levantó cuando ella ya estaba dormida y se dirigió hacia los cuartos de las niñas. Primero entró en el de la más pequeña, que dormía acurrucada de cara a la pared. Se sentó en el borde de la cama y la acarició el pelo mientras la miraba. Así se quedó durante varios minutos. De repente se puso a llorar. Era un llanto mudo, en absoluto silencio. Las lágrimas iban resbalándose por sus mejillas y las dejaba caer sin secarse la cara. De pronto se levantó y se fue al otro cuarto, donde también permaneció un buen rato sentado llorando.
A mitad de la noche volvió a la cama. Ella no se había despertado, por suerte tenía el sueño mucho más profundo que él.
Durante casi un mes hizo lo mismo todas las noches, iba a sus cuartos y lloraba mientras miraba a sus hijas, aquellas que tanto le habían hecho sonreir. Un día, el bulto desapareció, y su pánico también.
Al cabo de muchos años, hablando con aquellas dos niñas (que ya habían dejado de serlo) de qué era lo que más miedo le daba en su vida, lo contó. Ella, que tampoco lo sabía, quedó sorprendida de que nunca le dijera nada. Entonces una de sus dos hijas le preguntó que por qué lloraba y el contestó:
"Cuando descubrí que tenía aquel bulto, y vi que no desaparecía pensé que sería un tumor, y que moriría al cabo de poco tiempo. Entonces sólo pensé que me perdería el resto de vuestras vidas, que no os vería crecer, y que no volvería a ver vuestros grandes ojos negros"
"Pero el bulto desapareció" contesto la otra hija, "ya no tienes que tener miedo a eso, ya nos has visto crecer"
Entonces él contestó:
"No, ya no tengo miedo a no poder veros crecer, pero sigo teniendo miedo a dejar de ver vuestros ojos. No quiero ver cerrarse esos ojos si no es para soñar, como cuando me sentaba en el borde de vuestra cama. Mi único deseo en lo que me queda de vida es que la última vez que vea vuestros ojos sea cuando cierre los mios para siempre"

3 Comments:

Blogger gErT said...

El bulto ahora lo tengo yo. Fue a parar a mi garganta, como esa gran fortaleza que crea nuestro cuerpo, una presa para que las lágrimas no nos desborden.

¿Será coincidencia que todos hablemos de llorar?

12:39 a. m.  
Blogger Uqbar said...

No se que decir... leo este texto y ya me siento padre... no quiero que les pase nada a mis hijos, no quiero dejar de verles sin haberles visto nunca.

1:19 a. m.  
Blogger jorgeimer said...

Cierto, estamos todos lagrimas para abajo, lágrimas para arriba. Propongo que hablemos algo de la risa-que es sin duda un tema narrativo mucho más complicado de tratar-. Ahora que acabamos con esta penitencia de los exmanes, puede que salga algo bueno.

9:54 a. m.  

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